Felipe de Jesús (1572-1597) nació en la ciudad de
México. El barco en que viajaba Felipe de Jesús para dirigirse de Manila a
México y ser ordenado sacerdote, naufrago en las costas de Japón. Al poco
tiempo se desencadenó ahí una sangrienta persecución contra los cristianos.
Felipe de Jesús fue apresado pero tuvo la oportunidad de ser liberado por ser
náufrago. Él, que tenía la certeza de que la muerte no es el fin sino una
puerta hacia la vida nueva y definitiva, más aún, de que cuando la muerte es
producto del martirio se vuelve un sacrificio de holocausto agradable a Dios,
prefino compartir la muerte de los perseguidos. Felipe, que había sido rebelde
e inconstante en su adolescencia, comprobó en sí mismo que esa vasija de barro
débil y frágil que él era, podía contenerla fuerza extraordinaria de Dios, pues
enfrentó el martirio con el entusiasmo y la alegría de dar su sangre por la fe.
Como Cristo, que amó y deseó la cruz, Felipe, al ver a lo lejos la cruz que le
estaba destinada, se escapó de los guardias para correr a abrazarse a ella.
Murió repitiendo el nombre de "¡Jesús!", y fue canonizado en 1862.
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