"Tanto amó Dios al mundo, que le entregó a su Hijo único, para que
todo el que crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna. Porque Dios no
envió a su Hijo para condenar al mundo, sino para que el mundo se salvara por
él. El que crea en él no será condenado; pero el que no cree ya está condenado
por no haber creído en el Hijo único de Dios.
La causa de la condenación es ésta: habiendo venido la luz al mundo, los hombres prefirieron las tinieblas a la luz, porque sus obras eran malas. Todo aquel que hace el mal, aborrece la luz y no se acerca a ella, para que sus obras no se descubran. En cambio, el que obra el bien conforme a la verdad, se acerca a la luz, para que se vea que sus obras están hechas según Dios".
Reflexión
San Pablo en su carta a los Romanos no sale del asombro en cuanto al
desmedido amor de Dios, pues dice: "Por un hombre bueno alguien estaría
dispuesto a dar su vida, pero Dios probó que nos ama, dando a su Hijo por
nosotros que somos malos".
Su resurrección nos abrió las puertas a la alegría y al gozo, a la
confianza infinita en el amor y el perdón del Padre que nos ha amado, nos ama y
no dejará jamás de amarnos. Y lo mejor es que no puede hacer otra cosa que
amarnos de manera infinita. ¿No sé si te habías dado cuenta del gran amor que
Dios tiene por ti? Te invito a hacerte consciente del gran amor de Dios en tu
vida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario