En aquel tiempo, Jesús dijo a Nicodemo: "Nadie ha subido al cielo
sino el Hijo del hombre, que bajó del cielo y está en el cielo. Así como Moisés
levantó la serpiente en el desierto, así tiene que ser levantado el Hijo del
hombre, para que todo el que crea en él tenga vida eterna.
Porque tanto amó Dios al mundo, que le entregó a su Hijo único, para
que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna. Porque Dios
no envió a su Hijo para condenar al mundo, sino para que el mundo se salvara
por él".
Reflexión
Hablando sobre la Cruz, San Pablo decía: "La palabra de la cruz es
necedad para los que se pierden, pero para nosotros los redimidos es poder de
Dios".
Esto que decía San Pablo parecería que lo está diciendo precisamente
para la gente de nuestra generación, pues la verdad es que hay muy poco amor a
la cruz aún entre los mismos cristianos. Nos gusta el Cristo resucitado y eso
hace que con frecuencia nos olvidemos del Cristo sufriente. Hoy, son pocas las
personas que se siente orgullosas de llevar una cruz al pecho, no como un
adorno sino como el signo que nos identifica con nuestro Maestro.
Es por ello que hay pocos que se sienten honrados por una enfermedad, o
por un momento de humillación, ya que muchos no saben reconocer en sus
padecimientos una muestra del amor y del poder de Dios manifestado en sus
vidas, juzgándolo como algo despreciable y cuyo origen no puede ser Dios. La
fiesta de hoy nos recuerda que, para nosotros los cristianos, la cruz nos
identifica con el Mesías, y portarla en nuestro pecho nos recuerda el camino
que tendremos que seguir para estar con Él en el cielo.
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