En aquel tiempo Jesús dijo a los fariseos: "Yo les aseguro que el
que no entra por la puerta del redil de las ovejas sino que salta por otro lado
es un ladrón un bandido; pero el que entra por la puerta ése es el pastor de
las ovejas. A ése le abre el que cuida la puerta y las ovejas reconocen su voz;
él llama a cada una por su nombre y las conduce afuera. Y cuando ha sacado a
todas sus ovejas camina delante de ellas y ellas lo siguen porque conocen su
voz. Pero a un extraño no lo seguirán sino que huirán de él porque no conocen
la voz de los extraños
Jesús les puso esta comparación pero ellos no entendieron lo que les
quería decir. Por eso añadió: "Les aseguro que yo soy la puerta de las
ovejas. Todos los que han venido antes que yo son ladrones y bandidos; pero mis
ovejas no los han escuchado.
Yo soy la puerta; quien entre por mí se salvará podrá entrar y salir y
encontrará pastos. El ladrón sólo viene a robar a matar y a destruir. Yo he
venido para que tengan vida y la tengan en abundancia".
Reflexión
El Señor nos manifiesta que su venida al mundo está relacionada con la
donación de la vida plena.
Jesús da la vida, para que nosotros tengamos vida, es decir, él muere
en la cruz para que nosotros podamos vivir en la esperanza de la vida eterna,
una vida que no termina, ni mengua ni acaba porque es la contemplación de Dios
cara a cara. La vida eterna, como don divino, es la continuación de la vida que
obtenemos por el amor de nuestros padres.
Y ahora nuestro Padre celestial, nos brinda la vida que siempre quiso
para nosotros desde la creación del mundo y que nosotros rechazamos con el
pecado original.
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