En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: "Como el Padre me ama, así los amo yo. Permanezcan en mi amor. Si cumplen mis mandamientos, permanecen en mi amor; lo mismo que yo cumplo los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor. Les he dicho esto para que mi alegría esté en ustedes y su alegría sea plena".
Reflexión
Uno de los conceptos que tendríamos que cambiar en nuestra vida, es el
que los mandamientos que Dios nos ha dado limitan y coartan nuestra libertad.
En el pasaje que hemos leído hoy, escuchamos cómo Jesús dice: "Les
he dicho esto para que mi alegría esté en ustedes y su alegría sea plena".
Es decir, la alegría y la felicidad plena la podemos alcanzar sólo si cumplimos
los mandamientos. Y es que los mandamientos nos previenen de las consecuencias
que el pecado trae a nuestra vida. Y así, por ejemplo, cuando Dios dice:
"no robarás", lo que está buscando es evitar todos los daños que el
robo trae para nosotros y para nuestro prójimo. De tal manera que cuando le
hacemos caso y obedecemos sus mandamientos, estamos construyendo nuestra
felicidad y nuestra paz interior.
De la misma manera que nuestros padres nos cuidan advirtiéndonos de los
peligros, advertencias que en ocasiones se convierten en prohibiciones y con
ello nos muestran que nos aman, así Dios también, al habernos dado los
mandamientos, nos ha mostrado que nos ama. Mostrémosle ahora que nosotros le
amamos, obedeciendo.
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