viernes, 22 de julio de 2011

La Eucaristía.

La Sagrada Eucaristía culmina la iniciación cristiana. Los que han sido elevados a la dignidad del sacerdocio real por el Bautismo y configurados más profundamente con Cristo por la Confirmación, participan por medio de la Eucaristía con toda la comunidad en el sacrificio mismo del Señor.
Nuestro Salvador, en la última Cena, la noche en que fue entregado, instituyó el sacrificio eucarístico de su cuerpo y su sangre para perpetuar por los siglos hasta su vuelta, el sacrificio de la cruz y confiar así a su Esposa amada, la Iglesia, el memorial de su muerte y resurrección, sacramento de piedad, signo de unidad, vínculo de amor, banquete pascual en el que se recibe a Cristo, el alma se llena de gracia y se nos da una prenda de la gloria futura.
La Eucaristía es “fuente y cima de toda la vida cristiana”. Los demás sacramentos, como también todos los ministerios eclesiales y las obras de apostolado, están unidos a la Eucaristía y a ella se ordenan. La sagrada Eucaristía, en efecto, contiene todo el bien espiritual de la Iglesia, es decir, Cristo mismo, nuestra Pascua.

"El Hijo de Dios se ha hecho hombre por nosotros y se ha ofrecido en sacrificio por nuestra salvación. Él nos dona su cuerpo y su sangre como alimento de nueva vida, de una vida divina, no más sujeta a la muerte". "Tú, Señor Jesucristo, Hijo de Virgen María, eres el único Salvador del hombre, 'ayer, hoy y siempre'. En ti creemos, sálvanos".

Requisitos para recibir la Comunión:
a) Ser Católico y estar en comunión de fe con la Iglesia Católica.
b) Estar en gracia. Para lograrlo hay que confesar todo pecado mortal.

c) Abstenerse de comer y beber por una hora antes (agua y medicinas están permitidas). 

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