"El encuentro decisivo con Cristo, la palabra hecha carne".
El encuentro entre Dios y el hombre, en la persona de Jesucristo, se realiza en lo cotidiano, en el tiempo y en el espacio. Cuando Cristo se cruza con la vida de una persona, toca su conciencia, lee en su corazón y hace nacer el arrepentimiento y el amor.
El encuentro con Jesús es similar a una regeneración: da origen a la criatura nueva, capaz de un verdadero culto, que consiste en la adoración del Padre "en espíritu y verdad".
Encontrar a Cristo en el camino de la propia vida, con frecuencia significa encontrar la curación física. Jesús confiará a sus mismos discípulos la misión de anunciar el reino de Dios, la conversión y el perdón de los pecados, y también la de curar a los enfermos, liberar de todo mal, consolar y sostener.
Cristo ha venido para buscar, encontrar y salvar al hombre entero "y su venida" en medio de nosotros tiene como fin conducirnos al Padre. El está presente a través de su Palabra, una Palabra que llama, que invita, que interpela personalmente, como sucedió en el caso de los apóstoles.
Cristo también se encuentra presente en la Eucaristía , fuente de amor, de unidad y de salvación. "El que come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí, y yo en él"... "El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo le resucitaré el último día".
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