La comunión y la confesión van juntas. "En ambos sacramentos, el amor de Dios sale a nuestro encuentro, Dios quiere donarse a nosotros, nos quiere ayudar y sanar", los sacramentos de la Eucaristía y la Reconciliación han estado asimismo muy relacionados al ministerio sacerdotal y han dado a la Iglesia la posibilidad de tener una presencia viva y salvífica de Jesús.
Hoy en día mucha gente ha perdido la conciencia sobre el pecado. La confesión frecuente, nos ayuda a formar nuestra conciencia, a luchar contra las malas inclinaciones, a dejarnos curar por Cristo y a avanzar en la vida del Espíritu. Si no nos confesamos con frecuencia corremos el riesgo de acostumbrarnos a nuestros 'pequeños errores' y pecados sin reconocerlos más.
Al experimentar la reconciliación con Dios, seremos también capaces de reconciliarnos con los hermanos "pues como él seremos llevados a ser misericordiosos". En lo escondido del sacramento de la Reconciliación , la confesión puede ser el paso decisivo para la curación. Pues este sacramento no quiere sacar a relucir errores y pecados, sólo que quiere curar y transformar".
Cardenal Christoph Schönborn
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