miércoles, 20 de julio de 2011

No confíes en tus propias fuerzas


“¿Para qué te estribas en tus propias fuerzas, si esas no te pueden sostener ni darte firmeza alguna? Arrójate con confianza en los brazos del Señor, y no temas, que no se apartará para dejarte caer. Arrójate seguro y confiado, que Él te recibirá en sus brazos” Confesiones, Libro VIII, Capítulo XI, n. 27

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