Nadie duda del valor y eficacia del agua bendita como sacramental, pero el que sea preferida a la Palabra de Dios y aún a la Eucaristía y a la Reconciliación nos revela tristemente una vida espiritual vacía que pretende ser llenada con la abundancia material de este elemento. "A mayor vacío espiritual, mayor necesidad tiene el hombre de llenar su vida de adornos y accesorios".
Por eso conviene revisar los usos y fines de la "agua bendita" prescritos en los manuales y en las recomendaciones litúrgicas.
¿Para qué sirve el agua bendita?
Como todo sacramental, el agua bendita es un elemento del que se sirve la Iglesia para conseguir efectos espirituales (no por sí misma) sino por la oración viva de la Iglesia que la acompaña. Es una bendición de carácter temporal que acompaña las distintas circunstancias de la vida y se concede a quien la solicita.
La bendición no es otra cosa que una asistencia divina, una comunicación de su fuerza y su poder, a través de su Palabra y de sus ministros, al pueblo o a personas concretas. La bendición de Dios produce fertilidad, salud, libera del mal, es signo de vida. (Gen 1, 9; 12, 17; 22, 26 etc.). Es una expresión concreta y terrena de la bondad y misericordia divinas.
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