En aquel tiempo, levantando los ojos, Jesús vio a unos ricos que
echaban sus donativos en las alcancías del templo. Vio también a una viuda
pobre, que echaba allí dos moneditas, y dijo: "Yo les aseguro que esa
pobre viuda ha dado más que todos. Porque éstos dan a Dios de lo que les sobra;
pero ella, en su pobreza, ha dado todo lo que tenía para vivir".
Reflexión
Este pasaje nos reta a examinar nuestra propia generosidad. ¿Damos solo
de lo que no nos cuesta o de lo que realmente requiere una confianza y un
sacrificio? La viuda es el ejemplo supremo de dar todo lo que se tiene.
Esta acción honra la sinceridad del corazón por encima de la
ostentación. Dios mira la motivación con la que se da y la fe que hay detrás,
no la cifra final.
Nos recuerda que nadie está exento de ser generoso por ser
"pobre". Las contribuciones, el tiempo y el esfuerzo más pequeños,
cuando se dan con todo el corazón, tienen un valor infinito a los ojos de Dios.
Este texto es una crítica a la religiosidad superficial y un llamado a
una fe radical donde la entrega total y el sacrificio personal son la verdadera
medida de la devoción.

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