"En comunión con la tradición viva de la Iglesia" es
reconocer que no estamos solos. Somos parte de un cuerpo que trasciende el
tiempo, una peregrinación que une al Cielo y a la Tierra. Nos llama a la
humildad de recibir, a la valentía de vivir, y a la generosidad de transmitir
esa misma vida a las generaciones futuras. Es abrazar la fe de la Iglesia como
nuestra propia fe.
Imaginemos la Tradición como un río caudaloso. Este río nace en la
Revelación de Dios (la Sagrada Escritura), fluye a través de los siglos
alimentado por el Espíritu Santo, y nos trae las aguas vivas de la fe, la
moral, la liturgia y la vida eclesial.
Estar en comunión con ella significa reconocer que nuestra fe no es una
invención personal, sino un don recibido, custodiado y transmitido desde los
Apóstoles. Nos une a la Iglesia primitiva, a los Padres, a los mártires y a los
santos.

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