Las narraciones relacionadas con la curación de personas afectadas por
la lepra, además de comunicar un mensaje de esperanza e inclusión, ponen el
acento en el tema de la gratitud. La carencia de algún bien nos permite
valorarlo. Sin embargo, no siempre sucede así. Naamán (Segunda de Reyes 5,
14-17) y el leproso samaritano (Lucas 17, 11-19) parecen ser la excepción más
que la regla. Ante la gratuidad de Dios, manifiesta en la persona de Jesús y de
Eliseo, conviene responder con gratitud. La civilidad es tan importante como la
justicia. Es necesario aprender a dar a cada uno lo que le pertenece, vivir
conforme a los propios principios, pero a la vez es importante aprender a
agradecer a Dios y a los demás, los gestos de bondad que nos dispensan con
tanta generosidad. Se necesita disponer de una buena dosis de humildad para
expresar nuestro agradecimiento a quien nos trata con bondad y calidez.
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