En aquel tiempo, la multitud rodeaba a Jesús en tan gran número, que se
atropellaban unos a otros. Entonces Jesús les dijo a sus discípulos: “Cuídense
de la levadura de los fariseos, es decir de la hipocresía. Porque no hay nada
oculto que no llegue a descubrirse, ni nada secreto que no llegue a conocerse.
Por eso, todo lo que ustedes hayan dicho en la oscuridad, se dirá a plena luz,
y lo que hayan dicho en voz baja y en privado, se proclamará desde las azoteas.
Yo les digo a ustedes, amigos míos: No teman a aquellos que matan el cuerpo y
después ya no pueden hacer nada más. Les voy a decir a quién han de temer:
Teman a aquel que, después de darles muerte, los puede arrojar al lugar de
castigo. Se lo repito: A él sí tienen que temerlo. ¿No se venden cinco
pajarillos por dos monedas? Sin embargo, ni de uno solo de ellos se olvida
Dios; y por lo que a ustedes toca, todos los cabellos de su cabeza están
contados. No teman, pues, porque ustedes valen mucho más que todos los
pajarillos".
Reflexión
En tiempos donde la apariencia y el miedo a la
opinión ajena pesan tanto, este pasaje nos recuerda que lo esencial es vivir en
verdad y confiar en el amor providente de Dios. Él conoce todo de nosotros y,
aun así, nos ama profundamente.
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