En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: "Fíjense en esto: Si
un padre de familia supiera a qué hora va a venir el ladrón, estaría vigilando
y no dejaría que se le metiera por un boquete en su casa. Pues también ustedes
estén preparados, porque a la hora en que menos lo piensen, vendrá el Hijo del hombre”.
Entonces Pedro le preguntó a Jesús: "¿Dices esta parábola sólo por
nosotros o por todos?” El Señor le respondió: "Supongan que un
administrador, puesto por su amo al frente de la servidumbre con el encargo de
repartirles a su tiempo los alimentos, se porta con fidelidad y prudencia.
Dichoso ese siervo, si el amo, a su llegada, lo encuentra cumpliendo con su
deber. Yo les aseguro que lo pondrá al frente de todo lo que tiene. Pero si ese
siervo piensa: 'Mi amo tardará en llegar' y empieza a maltratar a los otros
siervos y siervas, a comer, a beber y a embriagarse, el día menos pensado y a
la hora más inesperada llegará su amo y lo castigará severamente y le hará
correr la misma suerte de los desleales. El siervo que conociendo la voluntad
de su amo, no haya preparado ni hecho lo que debía, recibirá muchos azotes;
pero el que, sin conocerla, haya hecho algo digno de castigo, recibirá pocos.
Al que mucho se le da, se le exigirá mucho; y al que mucho se le confía, se le
exigirá mucho más".
Comentario
Este pasaje forma parte de las parábolas de la vigilancia que Jesús
comparte con sus discípulos. Comienza con la imagen del ladrón que llega
inesperadamente, y continúa con la figura del administrador fiel que reparte
alimento a su servidumbre en el momento oportuno. El mensaje es claro: la
verdadera fidelidad se demuestra en la espera activa, en el servicio constante
y en la responsabilidad con lo que se nos ha confiado.
Jesús nos recuerda que el Reino de Dios no llega según
nuestros cálculos, sino en el momento menos esperado.
El siervo fiel no espera recompensas, sino que cumple su deber con
diligencia. “Dichoso aquel siervo a quien su señor, al llegar, encuentre
haciéndolo así”
Los dones recibidos implican una misión, y que el juicio será justo
pero exigente.
Reflexión
Este texto interpela a líderes, creyentes y comunidades: ¿estamos cuidando lo que se nos ha confiado? ¿Servimos con amor, o nos dormimos en la comodidad? La vigilancia no es miedo, sino esperanza activa. El administrador fiel no vive obsesionado por el regreso del Señor, sino que lo espera sirviendo con alegría.

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