En aquel tiempo, muchos judíos habían ido a ver a Marta y a María, para
consolarlas por la muerte de su hermano Lázaro. Apenas oyó Marta que Jesús
llegaba, salió a su encuentro; pero María se quedó en casa. Le dijo Marta a
Jesús: "Señor, si hubieras estado aquí, no habría muerto mi hermano. Pero
aún ahora estoy segura de que Dios te concederá cuanto le pidas."
Jesús le dijo: "Tu hermano resucitará." Marta respondió:
"Ya sé que resucitará en la resurrección del último día." Jesús le
dijo: "Yo soy la resurrección y la vida: el que cree en mí, aunque haya
muerto, vivirá; y todo aquel que está vivo y cree en mí, no morirá para
siempre. ¿Crees tú esto?" Ella le contestó: "Sí, Señor. Creo
firmemente que tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo, el que tenía que venir
al mundo."
Reflexión
Este pasaje de san Juan nos muestra cómo se debe actuar ante la
desilusión religiosa. Muchas veces, nosotros pensamos igual que Marta: "Si
tú hubieras estado, mi esposo no habría perdido el trabajo, mi hijo estaría
vivo, esta enfermedad no hubiera azotado a nuestra familia." Y en ese
momento viene a nosotros la gran tristeza, la gran desilusión que muchas veces
nos acompañará durante toda la vida, robándonos la felicidad, y alejándonos de
Dios, y con ello, de la paz y del verdadero amor.
Marta nos muestra hoy que, el que las cosas no sean o hayan sido como
"ella" esperaba, esto no significa que no vayan a ser como finalmente
más conviene a los planes de Dios, que siempre son fuente de bendición y de paz
para todos. Nuestro problema es que siempre esperamos que Dios haga las cosas
como a "nosotros" nos parece que deberían ser hechas. Y Dios no
siempre lo piensa así, pues él ve los corazones y el bienestar de todos, no
sólo el nuestro. Finalmente, el plan de Dios no es sanarnos, sino llevarnos a
la vida eterna y para ello es necesario, como hoy lo vemos en Marta, hacer una
confesión de fe en Jesús como Señor y Mesías.
Cuando ponemos nuestros planes y proyectos en Dios, todo se transforma
en paz y serenidad. Sabemos que Dios nos ama, como amaba a esta familia y que
si ha ocurrido así, no es porque no supiera de nuestras necesidades, sino
porque así convenía a su proyecto, al proyecto de Dios para la salvación de
todos los hombres. Confía en él, realmente Jesús es el Mesías salvador.
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