martes, 8 de julio de 2025

EN COMUNIÓN CON LA TRADICIÓN VIVA DE LA IGLESIA 20250713



«Todo fiel es santo, en la medida en que es fiel; aun cuando viva en el mundo y sea seglar, es santo. Por tanto, si vemos a un hombre del mundo en dificultades, echémosle una mano. Ni debemos mostrarnos obsequiosos únicamente con los que moran en los montes: ciertamente, ellos son santos tanto por la vida como por la fe; los que viven en el mundo son santos por la fe y muchos también por la vida. No suceda que, si vemos a un monje en la cárcel, entremos a visitarlo; pero si se trata de un seglar, no entremos: también éste es santo y hermano. Y, ¿qué hacer, me dirás, si es un libertino y un depravado? Escucha a Cristo que dice: No juzguéis y no os juzgarán. Tú hazlo por Dios. Pero ¿qué es lo que digo? Aunque al que viéramos en apuros fuera un pagano cualquiera, nuestra obligación es ayudarlo; y, para decirlo de una vez, debemos socorrer a todo hombre a quien hubiera ocurrido una desgracia: ¡Con mayor razón a un fiel seglar! Oye lo que dice san Pablo: "Trabajemos por el bien de todos, especialmente por el de la familia de la fe'! De hecho, el que pretende favorecer únicamente a los que viven en soledad y dijere, examinándolos con curiosidad: "Si no es digno, si no es justo, si no hace milagros, no lo ayudo',' ya ha quitado a la limosna buena parte de su mérito; más aún, poco a poco le irá quitando hasta ese poco que le resta. Por tanto, es también limosna la que se hace tanto a los pecadores como a los reos. La limosna consiste en esto: en compadecerse no de los que hicieron el bien, sino de los que pecaron. Y para que te convenzas de ello, escucha esta parábola de Cristo» (San Juan Crisóstomo [c. 347-4071 Sobre la Carta a los Hebreos. Homilía 10, Capítulo 6).

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