En aquel tiempo, Jesús dijo a los sumos sacerdotes y a los ancianos del
pueblo: "¿Qué opinan de esto? Un hombre que tenía dos hijos fue a ver al
primero y le ordenó: 'Hijo, ve a trabajar hoy en la viña'. Él le contestó: 'Ya
voy, señor', pero no fue. El padre se dirigió al segundo y le dijo lo mismo.
Este le respondió: 'No quiero ir', pero se arrepintió y fue. ¿Cuál de los dos
hizo la voluntad de su padre?" Ellos le respondieron: "El
segundo". Entonces Jesús les dijo: "Yo les aseguro que los publicanos
y las prostitutas se les han adelantado en el camino del Reino de Dios. Porque
vino a ustedes Juan, predicó el camino de la justicia y no le creyeron; en
cambio, los publicanos y las prostitutas sí le creyeron; ustedes, ni siquiera
después de haber visto, se han arrepentido ni han creído en él".
Reflexión
La parábola pone en contraste a dos hijos a los que su padre les pide ir a trabajar a la viña:
El Primer Hijo
El Segundo Hijo (el que dijo "no" y luego fue).
La conclusión de Jesús es clara: la intención del corazón, manifestada
en las acciones, es lo que realmente importa ante Dios.
No basta con profesar la fe, asistir a ritos o tener buenas
intenciones; la verdadera obediencia es aquella que, tras una negativa o un
error, se corrige con la acción de hacer la voluntad del Padre (trabajar en la
viña). Por otro lado, la hipocresía de decir "sí" sin actuar es
fuertemente criticada.
El texto nos invita a examinar nuestra propia vida: ¿Somos como el hijo
que dijo sí pero no hizo, o como el que rectificó y obedeció? El camino hacia
Dios pasa por el arrepentimiento y la obediencia activa, no por las meras
palabras.

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