Transcurrido el tiempo de la purificación de María, según la ley de
Moisés, ella y José llevaron al niño a Jerusalén para presentarlo al Señor, de
acuerdo con lo escrito en la ley: Todo primogénito varón será consagrado al
Señor, y también para ofrecer, como dice la ley, un par de tórtolas o dos pichones.
Vivía en Jerusalén un hombre llamado Simeón, varón justo y temeroso de Dios,
que aguardaba el consuelo de Israel; en él moraba el Espíritu Santo, el cual le
había revelado que no moriría sin haber visto antes al Mesías del Señor. Movido
por el Espíritu, fue al templo, y cuando José y María entraban con el niño
Jesús para cumplir con lo prescrito por la ley, Simeón lo tomó en brazos y
bendijo a Dios, diciendo: “Señor, ya puedes dejar morir en paz a tu siervo,
según lo que me habías prometido, porqué mis ojos han visto a tu Salvador, al
que has preparado para bien de todos los pueblos, luz que alumbra a las naciones
gloria de tu pueblo, Israel”. El padre y la madre del niño estaban admirados de
semejantes palabras. Simeón los bendijo, y a María, la madre de Jesús, le
anunció: "Este niño ha sido puesto para ruina y resurgimiento de muchos en
Israel, como signo que provocará contradicción, para que queden al descubierto
los pensamientos de todos los corazones. Y a ti, una espada te atravesará el
alma".
Reflexión
1. La Fidelidad en lo Cotidiano
María y José acuden al templo para cumplir con la ley, como cualquier
otra familia judía de su época. No piden privilegios ni excepciones. Esta
humildad nos recuerda que Dios suele manifestarse en el cumplimiento de
nuestros deberes diarios y en la sencillez de nuestras tradiciones.
2. El Encuentro y la Promesa
Simeón representa la esperanza paciente. Ha pasado toda su vida
esperando "la consolación de Israel". Su alegría al sostener al Niño
demuestra que Dios siempre cumple sus promesas, aunque el tiempo de espera sea
largo. Su cántico es un recordatorio de que, al encontrar a Cristo, podemos
encontrar la verdadera paz.
3. Luz y Contradicción
Simeón define a Jesús de dos maneras que hoy siguen vigentes:
Luz para las naciones: Jesús viene a iluminar el sentido de la vida de
todos, sin exclusiones.
Signo de contradicción: Seguir a Jesús implica tomar decisiones que a
veces van en contra de la corriente del mundo. Simeón advierte a María que
"una espada traspasará tu alma", recordándonos que el amor verdadero
no está exento de sacrificio.

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