domingo, 28 de diciembre de 2025

Evangelio del 29 de diciembre 2025 Lucas 2, 22-35

 



Transcurrido el tiempo de la purificación de María, según la ley de Moisés, ella y José llevaron al niño a Jerusalén para presentarlo al Señor, de acuerdo con lo escrito en la ley: Todo primogénito varón será consagrado al Señor, y también para ofrecer, como dice la ley, un par de tórtolas o dos pichones. Vivía en Jerusalén un hombre llamado Simeón, varón justo y temeroso de Dios, que aguardaba el consuelo de Israel; en él moraba el Espíritu Santo, el cual le había revelado que no moriría sin haber visto antes al Mesías del Señor. Movido por el Espíritu, fue al templo, y cuando José y María entraban con el niño Jesús para cumplir con lo prescrito por la ley, Simeón lo tomó en brazos y bendijo a Dios, diciendo: “Señor, ya puedes dejar morir en paz a tu siervo, según lo que me habías prometido, porqué mis ojos han visto a tu Salvador, al que has preparado para bien de todos los pueblos, luz que alumbra a las naciones gloria de tu pueblo, Israel”. El padre y la madre del niño estaban admirados de semejantes palabras. Simeón los bendijo, y a María, la madre de Jesús, le anunció: "Este niño ha sido puesto para ruina y resurgimiento de muchos en Israel, como signo que provocará contradicción, para que queden al descubierto los pensamientos de todos los corazones. Y a ti, una espada te atravesará el alma".

 

Reflexión

 

1. La Fidelidad en lo Cotidiano

María y José acuden al templo para cumplir con la ley, como cualquier otra familia judía de su época. No piden privilegios ni excepciones. Esta humildad nos recuerda que Dios suele manifestarse en el cumplimiento de nuestros deberes diarios y en la sencillez de nuestras tradiciones.

 

2. El Encuentro y la Promesa

Simeón representa la esperanza paciente. Ha pasado toda su vida esperando "la consolación de Israel". Su alegría al sostener al Niño demuestra que Dios siempre cumple sus promesas, aunque el tiempo de espera sea largo. Su cántico es un recordatorio de que, al encontrar a Cristo, podemos encontrar la verdadera paz.

 

3. Luz y Contradicción

Simeón define a Jesús de dos maneras que hoy siguen vigentes:

Luz para las naciones: Jesús viene a iluminar el sentido de la vida de todos, sin exclusiones.

Signo de contradicción: Seguir a Jesús implica tomar decisiones que a veces van en contra de la corriente del mundo. Simeón advierte a María que "una espada traspasará tu alma", recordándonos que el amor verdadero no está exento de sacrificio.

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