Al designar a Dios con el nombre de “Padre”, el lenguaje de la fe indica principalmente dos aspectos: que Dios es origen primero de todo y autoridad trascendente y que es al mismo tiempo bondad y solicitud amorosa para todos sus hijos. Esta ternura paternal de Dios puede ser expresada también mediante la imagen de la maternidad (cf Is 66, 13; Sal 131, 2) que indica más expresivamente la inmanencia de Dios (que Dios es inherente al hombre), la intimidad entre Dios y su criatura. El lenguaje de la fe se sirve así de la experiencia humana de los padre que son en cierta manera los primeros representantes de Dios para el hombre. Pero esta experiencia dice también que los padres humanos son falibles y que pueden desfigurar la imagen de la paternidad y de la maternidad. … Nadie es padre como lo es Dios.
(CIC 239)
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