domingo, 21 de agosto de 2011

Deberes del cristiano frente a la Eucaristía.



Jesús está en todos los sagrarios de las iglesias bajo la apariencia de un trozo de pan, esperando a que los hombres nos acerquemos a visitarle y recibirle.

Jesús desea que aprovechemos la Eucaristía para aconsejarnos, consolarnos, fortalecernos, darnos paz y alegría, pero los hombres no hemos sabido apreciar este regalo. Por eso vemos muchas iglesias vacías, en donde Jesús está solo, sin que nadie aproveche los dones que Él quiere darnos. Esto lastima a Jesús, como también lo lastima la indiferencia o la falta de respeto con que algunos hombres tratan a la Eucaristía.

Nosotros podemos consolar a Jesús y reparar las faltas de otros, demostrándole nuestro amor y agradecimiento por el don de la Eucaristía.

Podemos hacerlo de varias maneras:
- Por medio de la Oración. Visitando frecuentemente a Jesús en la Eucaristía. Platicar con Él con la confianza que se tiene a un amigo fiel, para manifestarle nuestro amor y gratitud.

- Adorando a la Eucaristía. Es el mismo Dios bajo la apariencia de pan y vino. Al estar frente a Jesús sacramentado, mantener una actitud de respeto y reverencia. Reconocerlo como Dios y Creador de todas las cosas, como el Dueño absoluto de nuestra vida entera, como la Razón de todo lo que tenemos y somos.

La Iglesia y el mundo tienen una gran necesidad del culto eucarístico. Jesús nos espera en este sacramento del amor. No escatimemos tiempo para ir a encontrarlo en la adoración, en la contemplación llena de fe y abierta a reparar las faltas graves y los delitos del mundo. No cese nunca nuestra adoración.
(Juan Pablo II, lit. Dominicae cenae, 3)

Una manera práctica y muy bella de adorar a Jesús Sacramentado es la Hora Santa u Hora Eucarística, que se celebra en la mayoría de las Parroquias los jueves al anochecer, para demostrar a Cristo Eucaristía amor y agradecimiento y reparar las actitudes de indiferencia o falta de respeto que recibe de otros.

Consiste en realizar una pequeña reflexión evangélica en presencia de Jesús sacramentado y al finalizar ésta, se dicen unas letanías especiales que demuestran nuestro amor a Jesús.

Se puede celebrar de manera formal con el Santísimo Sacramento expuesto en la custodia, incienso y cantos, o de manera informal con la hostia dentro del Sagrario. Cualquiera de las dos agrada muchísimo a Jesús.

- Uniéndonos a su sacrificio en la Santa Misa. Él sacrifica su grandeza para servirnos de alimento, para hacerse uno con nosotros. Lo mínimo que debemos hacer es ofrecerle lo que somos y lo que tenemos para llegar a unirnos a Él para siempre.

«Alrededor de la mesa eucarística se realiza y se manifiesta la armoniosa unidad de la Iglesia, misterio de comunión misionera, en la que todos se sienten hijos y hermanos, sin exclusiones o diferencias de raza, lengua, edad, clase social o cultura. Queridos jóvenes, contribuid generosa y responsablemente a edificar continuamente la Iglesia como familia, lugar de diálogo y de recíproca acogida, espacio de paz, de misericordia y de perdón»
Juan Pablo II
 
- Cumpliendo las promesas que le hemos hecho. Él ha sido un amigo siempre fiel, y debemos responderle de la misma manera, tratando siempre de cumplir las promesas que le hicimos en el Bautismo y que renovamos en la Primera Comunión y en la Confirmación, así como cualquier otra promesa que le hayamos hecho en forma personal.

 Luis Rojas

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